El hecho de que Santiago Carrillo fuera el delfín de La Pasionaria demuestra que con su muerte se va un trozo de historia. 97 años de historia concretamente pero ni eso, ni siete ingresos hospitalarios y tres operaciones consiguieron apartarle nunca de la escena... ni del tabaco. Así fue: Carrillo, el Bogart del comunismo patrio, se tiró 97 años echando humo. Y 38 en el exilio desde la URSS hasta Estados Unidos. Como Madonna, Carrillo, siempre en la brecha, al final se fue echando la siesta. Pero será recordado. Con o sin peluca. Por la transición y por los fantasma del Jarama. Se va y deja vació del baúl de los recuerdos de una izquierda comunista muy necesitada de iconos: Sólo hay que ver hoy como Secretario General del PCE a José Luis Centella no deja ni huella. No sabemos qué deparará el futuro a la hoz y al martillo pero a Carrillo que le quiten lo bailao.
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