Es que meterte 200 kilómetros de bicicleta subiendo al Tourmalet con un plato de macarrones es complicado debieron pensar en el equipo ciclista US Postal. Tú dame una jeringuilla y te subo el Kilimanjaro. Un poquito de apoyo de la eritropoyetina y sin sentarme en el sillín. El heptacampeón del Tour, Lance Armstrong, no tiraba de Texas Burguers precisamente. Sangre y agujas. Corre por mis venas un caballo galopando. Le iban más esos lances. Disponían hasta de un tipo llamado Motoman que les seguía en motocicleta por las carreteras de la France repartiendo EPO al estilo Telepizza. Dicen Van de Velde, que es ciclista no un Guardia Civil holandés, que había un médico español que entraba en la habitación y en seguida te encontrabas con una aguja debajo del brazo. Como un queso gruyere andaban en el US Postal. Así lo revela un informe de la USADA. Una pasada. Armstrong llega tarde a una cita y se disculpa; ‘Sorry, hemos tenido un pinchazo’.
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