En Hollywood el Sex on The Beach o el Manhattan están pasados de moda. Lo que se lleva ahora es un cóctel quirúrgico de lifting, rinoplastia y blefaroplastia que es la hostia. Más allá de la chapa y pintura. Pregúntale a Uma Thurman que un día se levantó siendo Uma y al siguiente se confundió con Mesut. Ozil. Un estropicio estético de tal calibre que Beatrix Kiddo hubiera matado igualmente a Bill… pero del susto. Cuesta pensar que Antoine Rocamora, medio negro medio samoano, al que llamaban Tony Rocky Horror, volara cuatro pisos por hacerle un masaje en los pies a la mujer de Marcellus Wallace. Tan es así que a partir de ahora, en lugar de a la esteticien, Uma deberá visitar directamente al callista. Se le quedó cara de Hiedra. Venenosa. Quiso rejuvenecer y acabó con un siniestro parecido a Chelo García Cortés. Algo parecido le pasó a René Zellweger que pasó de ser la linda Bridget Jones a parecerse más a Jerry Maguire. No hace falta cruzar el charco no obstante para conocer los desastres del bisturí. Aquí en España sólo hacer falta ver el Sete que se hizo Esther Cañadas con sus otrora carnosos morros que ahora parecen dos txistorras pasadas de punto. O aquel rumor que apuntaba que Paula Vázquez se había quitado una costilla y no para echarla al cocido. Sea como fuere, a la vejez viruelas. La Condesa de Bathory se bañó en la sangre de 612 doncellas torturadas para nada. Acabó tras la valla viendo las obras de su castillo Transilvano como una vulgar viejuna.
FUENTE: TeInteresa
Siempre decimos... los años no pasan en balde. Es inevitable. Siempre es preferible mirarse con buenos ojos y autoestima antes de pretender alcanzar lo que precisamente es imposible obtener. Es incomprensibles que después de tantos intentos fallidos se siga insistiendo. Con lo bien que está uno con todos sus avíos en la madurez o senectud antes que ser un híbrido de cartón piedra. Y además lo baratito que resulta...