Se acabo lo que se daba Rubalcaba. Qué pena. Se te veía tan lleno de vida como 250 gramos de fiambre envasado al vacío. La Novia Rubalcadaver llevaba ya un tiempo deambulando por el Jardín de los Sociatas Perdidos suspirando por aquel amor monclovita que se fue para no volver. Aguantó hasta el final, como buen forofo madridista, agarrado al clavo ardiendo… de su ataúd; pero si lo suyo no se remonta ni con el espíritu de Marx, (Karl no Groucho, que es lo que ha parecido últimamente) cómo para marcar un gol in extremis subiendo a Valenciano a rematar un córner. Ojo que como Alfredo lo sabe todo de todos y no da puntada sin hilo, pudiera ser que haya esperado a salvar in extremis a su musa de la hoguera sociata de las vanidades buscándole una parcela en el cementerio de elefantes de la UE. Sea como fuere, el resultado del PSOE es para barritar o agarrarse directamente una trompa. Con un rival como Cañete, joven promesa genovesa, joven jugador salido de la cantera pepera, el batacazo ha sido de proporciones bíblicas.  El último, el definitivo. Sus electores todavía no han perdonado que tanto socialista se haya pasado de socialisto, que tanta medianía haya lucido palmito en ministerio a la falda de Tambor y Bambi en las praderas de Moncloa, entre los bonsáis multimillonarios de Felipe. Han preferido votar a un tertuliano, el único que puso la jeta en la papeleta y el cascabel al gato.  Al final Rubalcaba ha tomado nota. No debería ser el único. Si durante la noche electoral mirabas el balcón de Génova lo cierto es que daban ganas de tirarse. Hubiera sido lo que se dice un gran salto al vacío. Como el de Francia, cuyo Marine Le Pen-e se aproxima erecto al culo de este Viejo y Achacoso Continente.
 

FUENTE: El Mundo