Bangkok dangerous. Desde hace tiempo por el antiguo reino de Siam andan de guirigay, encabronados, salteados como un pad-thai. No es nada guay pero es lo que hay. Y es que en Tailandia los golpes de Estado militares son casi tan frecuentes como los bolsos de Gucci falsificados. Lamentablemente el golpe es de verdad, Ley Marcial incluida, y aunque Prayuth Chan-Ocha, que es un general y no una marca de champú asiático, diga que es para poner orden, lo cierto es que el país anda derrapando en las curvas como si viajara en un tuk-tuk rosa descontrolado. Lo que parece evidente es que los políticos thai no dan ni golpe. De eso ya se encargan los militares, que desde 1932 han derrocado once gobiernos. En 2006 ya se cargaron al primer ministro Thaksin Shinawatra, el Jesús Gil y Gil de Siam, magnate del teléfono móvil, cholizo colupto que se dedicó a aplicar un hello massage libre de impuestos a sus multimillonarios tejemanejes empresariales. Depuesto en 2006, Thaksin para entretenerse se compró el Manchester City. Y de paso antes de partir al exilio colocó a su hermana a manejar el cotalo. Kopunká que se dice por allá. En teoría gobierna ella, pero los opositores creen que en realidad lo hace el Ladyboy de su hermano en el exilio. Queda muchísimo curry por hacer para enderezar un país profundamente dividido con un Rey octogenario que vivirá en el Gran Palacio pero se empequeñece día a día cual Buda Esmeralda. Sólo pensar en Khao San Road vacía por el toque de queda ya es motivo suficiente para que la ONU de mochileros occidentales tome cartas en el asunto. La otra ONU, la de verdad, anda muy liada contando muertos en Siria.
FUENTE: El Mundo