La Kuadrilla del Lehendakari, los batasunis y compañía se pone tan estupenda con el Aberri Eguna que a veces confunden Euskadi con Fuenteovejuna. Arditurrikoa. Aunque entre Lope y el PNV haya unos cuantos de siglos de oro de diferencia, sólo así se explican los dogmas de fe emitidos por Braveheart Urkullu, porque yo lo valgo. El Lehendakari que sí siente la camiseta de Euskadi, tal y como lo recibió el speaker jeltzale, no sólo ratificó el fin de la ignominia de apellidarse López sino que conminó a la pérfida España a dejar atrás el menú generalísimo de una, grande y libre para pasar a la España self service donde se puede comer tortilla de bacalao, chuletón kilo y medio, queso con nueces, pastel vasco, café, copa y puro, incluso en el desayuno. La merienda de Ibarretxe el de la esbelta figura, que al menos tuvo los potroiak, que no protones, de defender su plan en el Congreso mientras por ejemplo el Rey Artur mandaba a Madrid a sus tres caballeros de la Tabla Redonda que lo más redondo que han visto allende de los Païssos es un melón. Urkullu, que parece vivir en UHF, remontó el origen de Euskal Herria al dolmen y al taparrabos. Nosotros estábamos aquí antes que nadie. Como el jabalí que echa un pis para marcar territorio. Así, parece apropiado que para lucir colmillo saliera a la palestra el basajaun del PNV, Andoni Ortuzar, para deslumbrar a la audiencia con el fulgor de su calva. Todos. Artur, Iñigo y Andoni no quieren ocho apellidos de Chiclana, pero, como ABBA, se mueren por ser europeos y que Lituania les dé dos puntos en el siguiente festival eurovisivo. Chiquitita dime por qué. Será que la vida padre de Durao y sus colegas también trasciende más allá del Txindoki. Aunque digo yo que puestos a la independetzia siempre será mejor el onanismo autosuficiente que la bacanal de esta UE camino del cuarto oscuro de Putin. Al final, de Sabino a Urkullu pasando por Ibarretxe -y con bendición celestial de Arzallus- la paja mental es la de siempre.
FUENTE: El Mundo