De un tiempo a esta parte Los Manolos, Los Jugones y la eterna Maria Escario nos deleitan en sus teleles diarios con las nuevas virguerías del Messi Mapuche, el Ronaldito de las Canteras o el Makelele de Valdemingómez. Todos ellos tienen en común la menoría de edad, hasta el punto de que cualquier día nos presentan a Gugu, el futbolista con chupete que tiene más toque que Sami Khedira. Algo que no viene a ser demasiado difícil por cierto. Toda esta historia viene del día en que el Barcelona fichó a una Pulga liliputiense en Argentina para hacerla crecer sin necesidad de potro pero sí a base de hormonas de crecimiento. Luego ganó cuatro Balones de Oro y se pensó que todo el monte es orégano. Yo no sé si será camiseta Unicef o la de Qatar Menores Fundation, el caso es que el FIFAZO de la FIFA al Barça a propósito de Bobby Adekanye, Lee Seung Woo, Patrice Sousia, Palk Seung-Ho, Theo Chandri, Jang Gyeolhee, Giancarlo Poveda, Chang Kyul Hee, Andrei Onana y Maxi Rondón (todos de Castelldefels, por cierto) obedece más bien a razones de caza mayor. La FIFA, como la madera, no se conforma con camellos de tres al cuarto. Prefiere que el marrón se lo coma el capo, aunque probablemente todo acabe en agua de borrajas y no sea más que un coqueto lifting fifero a 70 días del Mundial Do Brasil, país cuyos menores se venden a precio de beluga iraní. Habría que apelar asimismo a razones humanitarias. Aunque el SPORT rellenará páginas y páginas con conspiraciones, entre judeomasón y 11-M, que implicarán a Florentino, Franco, Aznar, Santiago Bernabéu, Guruceta, José Plaza, Pablo Ruz, la Audiencia Nacional, Pepe y la madre que los parió, para el futbolero no hay nada más inhumano que un verano sin fichajes. Zubizarreta, eso sí, se tirará otro añito, a nuestra salud, tocándose los nísperos.
FUENTE: El Mundo