Ya tiene que ser gordo el asunto para que una noticia científica se cuele en las portadas de los periódicos entre maderos, togas, perroflautas, barretinas, monclovitas y Carlettos buscando equilibrio. Como mínimo para arquear una ceja. Así es. La vida artificial ya está aquí. Leo sobre el tema y me compadezco del pobre Igor que iba de cementerio en camposanto buscando porciones de fiambre y organillos para el Jovencito Frankenstein. Memorable su adquisición en formol del cerebro de A. Normal. No, la cosa no va de devolver al exánime a la vida. La cosa, científica, va de fabricar un cromosoma sintético en una célula de levadura. La‘Saccharomyces cerevisiae’ de toda la vida;  esto es: la de la cerveza. O la del pan. O la del vino. Desconocemos por el momento sí con tanto piriripipi al nuevo cromosoma le dará por ver el furbo con un bocata, tomando unas cañas, o unos chiquitos, por aquello de que su papá es un ser humano y no la madre Naturaleza. Ahora, mejor que salga así y no se tuerza como el Cromosoma 3 de David Cronenberg. En resumen, una virguería científica home made a la que han llegado a suprimir los denominados genes saltarines que son innecesarias secuencias repetitivas de ADN. Lo que podríamos llamar el gen tuza. Con el hallazgo se abre la puerta a crear microorganismos –más pequeños incluso  que Messi- capaces de producir alimentos, fármacos y biocombustibles. Dice Jef Boeke, el padre de la criatura,  que la transición de la economía del petróleo a la economía BIO ya ha comenzado. ¡Caramba!  José Coronado y su tránsito intestinal se dieron cuenta antes que nadie.
 

FUENTE: El Mundo