Ah, ah, ah, ah, ah, uh, uh, lepo, lepo. El Jogo Feíto del Barça en los juzgados empieza a no tener parangón. No se había visto un tiki-atraka así desde los tiempos del gran Olympique de Marsella de Bernard Tapie o el Atleti judicial de Don Jesús Gil y Gil y tal y tal. La Fiscalía quiere imputar directamente al FC Barcelona por los tejemanejes de Sandrusco y el papinho de Neymar en el fichaje del susodicho. Parece ser que entre jets privados para los coleguitas brasileiros del crestas y comisiones al cuñado del hijo del portero que es primo hermano del sobrino del padre de Neymar, se han gambeteado a Hacienda unos nueve millones de euros. Al estilo lío Messi, también con papaíto mediante. Por lo visto Papinho Neymar cobra por cazar nuevos talentos brasileiros para el Barça… desde Barcelona. Presuponemos que a través de youtube. Qué crack.  ¿Se acuerdan del amigo Edwin Congo que ficho por el Madrid porque un chaval mandó una carta a Lorenzo Sanz? Al final acabó abriendo y quebrando un  restaurante de comida caribeña en Valencia. No hace falta decir nada más, que diría Bernardo Schuster. De una forma u otra, para el culerío oficial que Messi sise al Fisco o los pufinhos de Papá Neymar e hijo no son para tanto. Los culés seguirán aplaudiendo a uno y a otro. Sea en el Camp Nou o en los juzgados. Siempre habrá tiempo para atribuir las intenciones de la Fiscalía al malvado Florentino, caracterizado en la Ciudad Condal como el Dr. Mad, el villano sin rostro que acariciaba un gato mientras maquinaba putadas para el Inspector Gadget. Dirán que el maligno Tito Floren ha llamado a Aznar o, mejor, que ha hecho una ouija para contactar con Franco para así llamar a Gallardón, o a su padre, e instar a la persecución de un Sandrusco que ha acabado siendo una mala copia de Joan Kennedy Laporta. Si la historia es tal como la cuentan, hay que decir que Florentino es medio  bobo. Ya puestos a cazar brujas, podría haber dejado tranquilo a Sandrusco y cazado al Gargamel del furgol: Angel María Villar, que lleva casi tanto en el cargo como Mobutu Sese Seko.
 

FUENTE: El Mundo