De un tiempo a esta parte los orondos fofos de la FIFA piensan que tienen barra libre. Lo mismo te montan un Mundial catarí a 50º grados en el desierto para catar jugosos petrodólares como, mira que cosa más linda, se van de veraneo a Copacabana a jugar la Confederaciones. Un torneo de chichinabo que va directo a la saca de los de siempre. Con el perpetuo Angel María Villar me gusta el furgol por ahí bailando samba y Tahití como selección mamporrera a mayor gloria de la Roja. Tahiti, por cierto, la única cosa mundial que en proporción tiene más parados que toda España. Un pequeño circo donde todos los focos apuntan a una Brasil emergente, futbolera y olímpica donde el auténtico Maracanazo ha estallado fuera de los estadios. La pachanga del pack Mundial + Confederaciones va a costar a los brasileiros 28.000 millones de reales. Una pasta gansa en obras monumentales mientras las favelas siguen cayéndose a cachos. Me Rio de Janeiro. La gota que colmó la caipirinha fue subir 20 céntimos el transporte público. Lo que faltaba para que los cariacontecidos cariocas acabaran por mutar en indignadinhos y la liaran parda en las principales ciudades canarinhas. A Dilma Picapiedra se le ha descontrolado su nuevo Ferrari brasileiro. Se le ha olvidado que el bólido emergente aún tiene chasis de troncomovil y que el pueblo no es tan tonto como parece. No es cuestión de 20 céntimos. No se trata del futebol o de la última cresta de Neymar en calzoncillos. Pan y circo, vale, pero…. ¿Dónde está el pan?
FUENTE: El País
Muy acertada la tira.Eso es ¿dónde está el pan? No es posible que en un país tan rico como Brasil haya tanta miseria ¿o sí es posible? En Brasil nunca han dicho esta boca es mía, con tanta hambre no han visto la oportunidad. Ahora es su momento, a ver qué consiguen...
¿Tendrán o no tendrán razón las protestas? Si se están gastando cantidades ingentes de dinero en construcciones deportivas y bastante menos en necesidades sociales, es normal y justo que se proteste, pero de manera pacífica.
Los brasileños están que trinan y no los detienen ni la policía ni la llamada a la calma de los astros del futbol. ¿Por qué? Porque las cuentas no salen y ya están cansados de pagar y no recibir.