De Boston a London, escalofríos. Scotland Yard los llama lobos solitarios aunque más se asemejan a chuchos rabiosos. Son peligrosos. Tienen tan malas pulgas que parecen pirañas con almorranas. Así es. Los quedaos de Al Qaeda vuelven a crear aterradora tendencia. La última moda entre el muyahidín urbanita y cosmopolita es el terrorismo low-cost. Sin bomba. Sin engorrosos artefactos explosivos caseros que manchan la cocina. Sin kalashnikov de segunda mano. Sin compromiso. Sin Mohamed Attaduras. Sin metros y sin aviones. De paseo. Dando una vuelta. Sin plan. A lo loco. Con un hacha, un machete o un calcetín sudado relleno de perdigones es suficiente. Todo eso hace falta y un tonto con internet dispuesto a salir como un hutu a la calle listo para a degollar viandantes a lo tutsi. El terrorismo del Siglo XXI se hace rupestre. Primitivo. Tribal. Unga unga. Yo Tarzán. Tú, Chita. Un aterrador retorno a la Prehistoria que conculca con las ideas cavernícolas de los trogloditas que lo promueven, lo financian y lo jalean, lo mismo desde una cueva de Tora Bora o desde una tienda de Lavapiés. Tal es el caso de Abu Dahdah, un moro muy simpatico, amigo, que acaba de salir de la cárcel. La Audiencia Nacional consideró probado que conocía los siniestros planes de inmediata ejecución del 11-S. Posible inspirador del 11-M, el antiguo jefe de Al Qaeda en España habrá pasado solo doce añitos en la cárcel. Parece barato. Abu Dahdah. No da lo mismo.
 

FUENTE: El País