Del director de no podemos gastar más de lo que no tenemos llega a sus pantallas no debemos tirarnos los trastos a la cabeza. Próximamente en los mejores cines pero quizás demasiado tarde, cuando no son trastos los que vuelan, sino Tomahawks los que planean entre Génova y sus varoniles baronías. Son las consecuencias de la crema catalana cocinada por Montoro que no es barón pero tiene ínfulas de Münchausen. El menú, déficit a la carta. Consecuencias, cagalera garantizada. Tan es así que barones peperos de pedigrí y alta cuna temen que para perdonar 1.500 milions d'euros a la Generalitat, Montoro Scissor Sister cante Els Segadors de presupuestos en otras latitudes. A Monago no les gustan las monerías. Nacho ‘El Macho’ González llama al teléfono de la Esperanza. Desde Aragón, ratatatata, Rudi tirando triples. Feijoo no está para bailar muñeiras. Ancha es Castilla. Y la Cospe ha vuelto a sacar a relucir su cada vez más habitual cara de pitbull.  Sienten que pagan los pufos del Rey Artur en su vuelta al mundo en 80 días pasando por Catalunya. De embajada en embajada tiro porque me escaqueo de la retallada. Al final va a resultar que Pere tenía razón con tanta asimetría geométrica, variable, cóncava y convexa.  Zambullidos en el Gran Bazar autonómico del déficit, Marianillo y Montorete se defienden. Valencia no abre embajadas pero entre aerodesiertos y Grandes Premios tiene un agujero de Bigotes. ¿Y Murcia? Qué hermosa eres pero qué pufo tienes. Pobre Montoro. Entre los barones sólo le queda un amigo. Lo malo es que se llama Manolo Griñán y resulta ser el Barón Rojo.  En cierto modo, ideal para la Guerra Mundial que se avecina en un país llamado Génova.
 

FUENTE: Libertad Digital