Gürtel y glamur. Glamur y Gürtel. Siempre fueron de la mano. Pero no todo son confetis de 5.000 euros o Jaguares en el garaje. No todo son trajes de Milano, amiguitos del alma o Bigotes Watsonianos propios de la Inglaterra victoriana. No todo son pelotazos y señoritas de compañía. No todo son bodorrios principescos escorialensis con apuestos dandis con Correa. No todo son banquetes nupciales propios de Juego de Tronos. Más allá de las viandas y los Riberas de Duero de la Basílica de San Lorenzo, en la Gürtel también hay espacio para la albóndiga. La de toda la vida está muy rica, pero la Albondiguilla de Boadilla tiene mucho tomate. Ana Garrido trabajaba en Boadilla del Monte con Arturo González Panero, el Alcalde Albondiguilla. Boadilla era entonces una pequeña y apacible localidad al noroeste de Madrid, hoy es una Shangri -La de 47.000 habitantes levantada con la pasta del Correa y El Bigotes. Rasca y pica. Más que chamusquina, Ana Garrido olió a napalm. ¿Hueles eso hijo? Más que un gato encerrado allí había un tigre dientes de sable entre rejas. Ana descubrió el caso del verano, el Summercase, o de cómo se cedió por la gorra un terreno de 10.000 metros cuadrados. Todo muy festivalero. Ana descubrió que el alcalde, más allá de flotar con su flota de coches, chapoteaba feliz cual albondiguilla en su salsa. Una casita en Torre Pacheco, otra en Los Fresnos, unas clases de golf, un pisito en Miami o una propiedad en Marruecos. Desde que Ana elaborara un informe de 300 páginas que acabó en las manos de la Fiscalía Anticorrupción, le socavaron el sueldo, la cambiaron de despacho, le quitaron el móvil y, ojo, prohibieron a sus compañeros desayunar con ella. Al menos tiene que agradecer que no metieran una cabeza de caballo decapitada en su alcoba. Hundida en Boadilla, Ana se echó al Monte. Y se refugió en Costa Rica donde trabajó como jardinera, cavando zanjas o ama de llaves. En junio de 2011 volvió a casa y a su puesto en el Ayuntamiento. ¿Alcalde nuevo, vida nueva? Se preguntaba. Nada más lejos de la realidad. Te lo vamos a hacer pasar muy mal, le dijeron. Y el sueldo sigue hibernando. Ana comprueba que en Boadilla la sombra del Albondiguilla es alargada.
FUENTE: El Mundo
Esa albondiguilla huele a podrido y esta infectando a las demás, lo que produce vómitos y diarrea y sobre todo un malestar nauseabundo de cómo dirigen y choricean del erario público. Yo creo que más que albóndigas lo que son, son unos callos, pensándolo bien son una mierda pinchada en un palo.
El Albondiguilla, como tantos otros de esta trama corrupta, era un buen profitegui de la política. Chanchullo, tras chanchullo, y aquí meto la mano y me llevo lo que pertenece por derecho. Así actuaban estos gestores de mierda, y de mierda llena han dejado los ayuntamientos.
¿Qué se demuestra con esto? Que no sale a cuenta denunciar estas tropelías. Porque, a toro pasado, y sabiendo lo que sabe… ¿Alguien cree que esta mujer volvería a hacer lo que hizo o lo dejaría pasar haciendo la vista gorda como tantos otros debe de haber en cada ayuntamiento corrupto? Así de triste: desprotección y desamparo para el denunciante. Qué pena.