Viste. Ha pasado un año desde que La Kirchner echara a patadas de la Argentina a los pelotudos de Repsol YPF. Un año ha pasado desde que estos mismos boludos descubrieran el megayacimiento petrolífero de Vaca Muerta. Han pasado 365 días y Vaca Muerta no da leche y tiene las ubres flácidas. Vaca Recontramuerta. Como Tuntakamon en su sarcófago antes de liarse a echar maldiciones.  Y como para sacar petróleo de allí nadie pone un duro, no me extrañaría que un día Vaca Muerta acabe convertido en PampaVegas. Cuando le dijeron allá por 2011 que Vaca Muerta era más gordo que todos los yacimientos de los estates, Cristina rió como la Vaca que Ríe. Cuando le comunicaron que habría que apoquinar 40.0000 millones de dólares para sacar de Vaca Muerta las primeras gotas de oro negro, se enfurruñó como Toro Sentado. Porque al fin y al cabo, eso es lo que quiere La Kirchner: encontrar a un panoli que cargue con el peso y los pesos del proyecto. Lo llamaron soberanía energética pero nadie les da alas. Ni siquiera los imperiales gringos de Chevron o Dow Chemicals que digo yo serán al menos igual de malvados. Y es que de allí nadie quiere salir bufando como Brufau en un avión de Aerolíneas Argentinas. Con tanta letra pequeña no habrá empresa, sea yanqui, iraní o española, que pague la letra de las hipotecas de Cristina. Ya lo decía el presidente uruguayo: Está vieja es peor que el tuerto.

FUENTE: El Mundo