Desde la excomunión del Papa Garzón hay tortas por la Sede Vacante en la Audiencia Nacional. Y sin duda quien más empeño le pone a esto de ser el más estelar de los jueces es Javier Gómez Bermúdez. Aunque no tiene un pelo de tonto, para aspirar al Trono de Baltasar I no basta con sentenciar el 11M. Hace falta más trinitrotolueno. Trinitrotolueno del bueno. Como procesar al PP por financiación ilegal. Él solito. Sin ataduras. Sin correas. Sin gürteles. A cascoporro. Me lo pido. Como el niño que roba los juguetes de los bebés en el parque. Bermúdez, más interesado en la Audiencia que en la jurisprudencia, tiene tantas ganas de volver al telediario que ha acabado por perder los papeles. Como Bárcenas.  Y es que cuando un galán como Luis el Cabrón sale de fiesta todos los jueces quieren bailar… con la más fea.  Se la llevó un empollón gominola como el Juez Ruz y eso se le atraganta a un latinlover del juzgado como Bermúdez. Inconsistente, ilógico, acomodaticio. Son los epítetos más bonitos que el magistrado del 11M ha escrito de su colega. Y ya se sabe; se empieza con un escrito y se acaba en una pelea de barro.

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