Mamma mía. Algunas victorias son como el cerdo en un restaurante chino. Agridulces. Eso debe pensar el bueno de Pier Luigi Bersani. El candidato de izquierda tendrá la frente despejada pero no así gobernar en la Italia ingobernabili de la corrupzionne rampanti.  A un lado Berlusconi, que estrena lifting, pero sigue siendo el mismo golfo de siempre. En la ópera bufa de la política italiana, lo de Il Cavaliere es pura zarzuela. Silvio Robacorazones protagoniza, como Kaká, la enésima de sus resurrecciones. Al otro lado, un titiritero antisistema. No sabemos cómo tomarnos a  Beppe Grillo. Si como Pepito Grillo en un país de Pinochios o como Juanito Navarro, candidato a la presidencia del Real Madrid. Y entre la opereta de Silvio y la comedia de Beppe, la tragicomedia de Monti. El Primer Ministro  saliente ha pasado de que no le vote nadie a que no le vote ni Calimero. Es la falacia de la tecnocracia. En Bruselas ya tenían preparado el confeti. Ahora no saben si guardarlo para el circo romano o próximos bunga bungas.

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